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sábado, 23 de enero de 2010

"Doña, apéeme esos plátanos"

Uno de los motivos por los que me fui a vivir a Santo Domingo, fue la promesa de que iba a viajar. Y anderdiablo, me la cumplieron. Pero no fui el único. Mi pana Rhino también junto millas de viajero frecuente.
Me cuenta Rhino que, en una ocasión, mientras estaba en Colombia, vio unos plátanos mal estacionados en la cocina del hotel donde se estaba hospedando. Como Rhino hacía y deshacía a su gusto y conveniencia en ese hotel, pues se le ocurrió que era el momento de prepararse un mofongo. Porque, alguien que ha vivido fuera de su país debe entenderlo, la comida típica del otro país no satisface igual que la del propio.
Según me acuerdo, la cosa estuvo más o menos así:
Llega Rhino a la cocina, donde lo saludan y le preguntan que quiere comer, ofreciéndole el menú del día. Rhino les revira preguntándole se quieren aprender a hacer un platillo típicamente dominicano. La cocinera dice que sí. Y Rhino le dice “doña, apéeme esos plátanos.”

Después procede a explicarles como deben hervirlos.
Mientras Rhino se va a jugar pool.
Cuando ha pasado el tiempo adecuado, Rhino regresa a la cocina a explicar la siguiente parte del proceso:

“Bueno doña, ahora, asústelos”

Asústelos. Cuando el plátano ha hervido, se pone en agua fría, y se pone blanco. De ahí, lo de asústelos.
Y después viene la “partida en cruz”.
Y después de leer este post, me doy cuenta que jamás voy a tener la gracia natural de Rhino para hacer el cuento de la apeada de plátanos.

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