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sábado, 10 de julio de 2010

Motín abordo

Después de narrar que pasa cuando se viaja al Aeropuerto Internacional de Las Américas, les voy a contar de la vez que y yo casi hacemos un motín abordo de un avión de American Eagle.
Siempre he dicho que las novelas de James Bond ocurren en Jamaica y Bermuda porque en Santo Domingo no podría haber espías. Sencillamente, se mueren de hambre.
Y es que si meterse en lo que no te importa fuera deporte olímpico, Santo Domingo tendría oro, plata y bronce, en todas las categorías. Armado con este conocimiento, un día que regresábamos del Company Meeting en Puerto Rico, veníamos platicando de lo metiches que son los dominicanos. Y Tico me dijo algo así como "¿Quieres ver algo divertido? Acecha..."

Y empezó el experimento.

Una vez sentados en la sala de espera, Tico empezó con
-Diablos, soñé con agua... litros y litros de agua. ¿Qué tú crees? ¿Tendrá algo que ver con nuestro viaje?
Y yo le contesté
-¿Porque vamos a volar sobre el canal de la Mona? No, no creo que nos vayamos a estrellar ni nada por el estilo. Esos aviones ATR son muy seguros.-
En ese momento, sentí como que las conversaciones a nuestro alrededor se atenuaban un chín.
-¿Tu crees?-reviró Tico-Mi abuela decía que yo era vidente. Que las vainas que soñaba se cumplían.
-No Tico. Estos aviones se caen uno cada veinte años. ¿Cuando fue el último accidente de un ATR de American Eagle?
-Mierda... en el 82. Hace como 20 años, precisamente
-¿¡Neta!? Mira que coincidencia,
-Déjame meditar y concentrarme- y se puso a hacer gesticulaciones con las manos.
A lo que le contesté, visiblemente alterado, y quizás un poco más alto de lo que es correcto en una conversación educada
-Tico, no haga eso, porque azara.
Y justo en ese momento sentí como bajaba dos grados la temperatura en la sala de espera, Y si la tensión del ambiente se pudiera cortar con un cuchillo, hubiéramos necesitado un machete para alegrar a nuestros compañeros de viaje,
-Es verdad. Hablemos de otra cosa.
-El otro día vi Aeropuerto 77 en la tele.
-Mierda… ¿la del avión que se hunde? Esa es aperísima.
-Si mi hermano. ¿Tú crees que los ATR queden sellados como el 747 de la película?
-Yefácil… ¿Qué tú no has visto que no se presurizan esa salchichas, y por eso vuelan tan bajo? Los otros días alcancé a ver las aletas de los tiburones en el canal…
-Oye, ¿y le pusiste nombre a tus maletas?
-No, ¿Por qué?
-Para que sea más fácil entregársela a tus deudos, en caso de accidente. Yo siempre lo hago.
-Es verdad. ¿Tú sabes por que no hay que desabrocharse el cinturón de seguridad del asiento?
-No ¿por?
-Para que cuando encuentren tu cadáver, sepan de quien es… por el número de asiento.
Y así seguimos 20 minutos más… platicando inocentemente de cuando nadé de Roqueta a Caleta y de regreso, y no se veía el fondo del mar, y yo solo esperaba que en cualquier momento saliera un Mesonychoteuthis hamiltoni. O recomendándole a Tico que si nos íbamos a estrellar, cerrara los ojos porque los muertos con los ojos pelones se ven re feos.

Entretenimiento casual, parafraseando la publicidad de una marca de ropa femenina muy solicitada en este país.

Cuando subimos al autobús que nos llevó al avión, la acostumbrada algarabía de los viajeros dominicanos que regresan a su país brillaba por su ausencia - lo cual no puedo decir que me molestara del todo. Un pasajero había estado bebiendo, y estaba balbuceando tarugada y media de una novia que tenia en Santiago. Nadie le hacia caso.

Subimos al avión. Y cuando estábamos despegando, se escuchó un golpe fuerte, metálico, acompañado de una pequeña cabriola – nada del otro mundo, y les diré que bastante común en los ATR que viajan a Santo Domingo. Y creo que el grito de los demás pasajeros se escuchó en Reykjavik.

Entretenimiento casual.

viernes, 9 de julio de 2010

La gallina de los palés de oro

Ahora que Octopus Paul tiene a todo el mundo maravillándose de los poderes psíquicos del reino animal, yo no puedo evitar el bostezo, y decir been there, done that. Y, es que por muy maravillosa que sea la historia del pulpo que predice el futbol – palidece ante la de la gallina que predice la lotería. Y acabó en los tribunales.

Resulta que en Santo Domingo hay unos negocios llamados bancas -no se cuan legales sean, pues al fin y al cabo el juego de azar está permitido en el país- donde se juega una variedad exótica del Melate (Powerball, para los que nunca pasaron por México pero si por California, y para los demás, sorry, tuff break) llamada palé que se define con los números de la lotería. ¿Cuál lotería? Bueno, pues la que se deje. Puede ser la dominicana, la de Caracas, la de Madrid… o hacer los propios sorteos en la banca. Hay incluso una versión electrónica, de la que también tengo algo que contar... en otro momento.

Rhino me cuenta que cuando empezaron las videocaseteras, a muchos banqueros les dio por grabar los sorteos de la lotería de Caracas, que al parecer es la más socorrida por –escuchen esto- honesta, y después poner los sorteos grabados. Claro que como sabían que números iban a ganar, pues nunca aceptaban esas combinaciones.

Y eso nos lleva al extraño fenómeno del palé orejeado. ¿Cómo es eso? Fácil: alguien se entera de los números que van a salir en el Palé, ya sea por conocimiento previo del videocasete que van a exhibir, por estar coludidos con la lotería, o, por conocer los números mediante la intervención de un oráculo, como sucedió en el 2003.

Por ese tiempo, estuve trabajando en los tribunales de ciudad nueva, asesorando a un socio de negocios de Microsoft, en la migración de su sistema de asp y vb clásico, a .NET

Ahí en esos tribunales tuve un encuentro cercano del tercer tipo con la justicia dominicana, con sus peculiares atuendos
y sus aún más peculiares tradiciones, como usar el birrete de la suerte, o ponerse la toga al revés… en fin.
Bueno, no es cierto. Ya había tendio un encuentro con la justicia dominicana, cuando tramité mi residencia temporal, y los bizantinos tramites que había que cumplir. Cuando le pregunté a Flaviá por que sus leyes eran tan complicadas, su respuesta fue inesperada: es que están basadas en las leyes francesas. Puede ser. No conozco el derecho napoleónico.

Pero les platicaba que, por esas fechas, un banquero se negó a pagar un palé porque estaba orejiado. Y, lo llevaron a los tribunales por fraude. El argumento del banquero era: “no puede ser posible que haya apostado tanto al primer lugar si saber de antemano que números iban a salir. Este tenía una oreja.”

Digamos que muestra una falta seriedad absoluta por parte de la industria, y que sabiendo que no es la primera vez que sucede, me pregunto ¿cómo es que se los dominicanos siguen apostando palés en las bancas?… pero, eso es como preguntarse, ¿por qué es que el cielo azul, o las cosas caen al piso? Es como una ley de la naturaleza.

Y la respuesta del demandante era igual de… dominicana. “la gallina me dio los números”. Así es: una gallina predijo los números del palé. Y su dueño, muy obedientemente, apostó una lana a las predicciones de la gallina. Y antes de que se rían, piensen que en Alemania interrumpieron la programación habitual para ver al pulpo Paul predecir el resultado de la final del mundial.

El juez, genuinamente intrigado por el caso, hizo lo que todo otorgador de justicia equilibrado e imparcial del mundo hubiera hecho: mandó a dos alguaciles para que trajeran a la gallina, custodiada para evitar que le dieran gato por liebre, y la entrevistó para oír su versión de los hechos.
Bueno, esto último no. Lo de la entrevistada, porque lo de los alguaciles si sucedió.

Una vez que tenía a la gallina en su presencia, el juez pidió una predicción de los palés… imagino que para hacerse una idea sin prejuicios de la efectividad de las dotes de la gallina. Imagino que las anotó para mandar a la secre a comprar unos palés, únicamente con fines ilustrativos, claro está.
Y sospecho que fue en este lance que trascendieron los números de la gallina.
Se armó el juidero.
Todos los empleados de tribunales querían comprar ese palé. Y las bancas aledañas a ciudad nueva se negaron a vender esas boletas.

Huelga decir cuales fueron los resultados.

Lo que no supe fue si en algún momento le regresaron la gallina al dueño original.

O mejor aún, si le pagaron.

Aunque, creo que sus argumentos perdieron mucha credibilidad con el juez.


Ya los escucho… “a ver… me estas diciendo que dos alguaciles armados, con uniforme, fueron por una gallina, para presentarla en el tribunal como testigo de calidad en un juicio comercial”

A lo que les contestaré “no creo que como testigo, más bien como evidencia, pero sí, la sacaron de su gallinero y la presentaron en el tribunal”

“Güey, y lo dices así nomás, sin cagarte de la risa…”

A lo que solo les puedo contestar

“¿Qué te hace pensar que no estoy cagado de la risa?

viernes, 2 de julio de 2010

Las Aventuras del Vuelo de Regreso a Las Américas.

Recientemente he estado viajando mucho a Monterrey. Y me acordé de los múltiples viajes que hice entre SDQ y SJU, SDQ y MIA, SDQ y EIS, SDQ y BGI… la idea es esa.


Y me doy cuenta de lo peculiar que es el viaje en aeroplano desde y hacia la República Dominicana.

Lo primero y más fácil de comentar es la costumbre que tienen de aplaudir cuando los aviones llegan a Santo Domingo. Sí, imaginen todo el avión, un venerable A300 de Aamerican Airlines, zarandeándose como solo puede hacerlo una lata de aluminio y polímeros en la brisa tropical, aterrizando con el lado izquierdo primero, y luego aplicando los frenos intempestivamente. Después de la zarandeada del viento cruzado, viene la zarandeada de la súbita desaceleración. Y… cuando el avión por fin se detiene en un extremo de la pista, un aplauso espontáneo recorre la aeronave, sin importar la clase en la que se viaja. La primera vez me pareció curioso, alguna especie de ritual para apaciguar a Éhecatl, o a Guabancex(). La segunda vez… pues ya estaba perdiendo la novedad. Pero ya para la décima, se estaba volviendo francamente molesta.

Pero, aplaudir cuando aterriza el avión es apenas el comienzo de las peculiares costumbres dominicanas que se observan cuando se viaja a Santo Domingo. Es más o menos común ver que los dominicanos que vienen a pasar un tiempo con la familia desde Nuevayol, se cuelguen de joyas, collares y anillos, cultivando una estética digna de Tony Montana. Me explican mis panas que la idea es demostrar que se tiene el puro billete tosco –están en buena, como se dice en buen dominicano- desde que emigraron a lo EE.UU. Sin embargo, la parte que dejan fuera es que esa joyería la rentan a precio de oro –que ocurrente ¿no?- en las casa de empeño que abundan en sus barrios.

Lo que es menos común es ver como, nomás se bajan del avión, le entran a golpes a los hijos, con la admonición de “esta pela me la debes de los otros días que ”. Los criollos se esperan a repartir tundas nomás pisan su tierra natal porque en Nueva York o Puerto Rico, los niños, nada pendejos, los tienen amenazados con llamar a la policía y a child protection services si les pegan una pela, como se dice, de nuevo, en buen dominicano. Y, se preguntarán mis queridos lectores, ¿Qué hacen las autoridades dominicanas, apersonadas en los inspectores de migración parados al lado del avión, cuando ven eso? Solidariamente apoyan a las mamás al grito de “déeele doña, pa’ que aplenda el tiguerito a compoltalse”.

Otra cosa más o menos común es que los dominicanos nomás se suben al avión buscan donde dejar sus féferes. Lo terrible es que lo hacen, generalmente, en el primer compartimiento que ven. Si a eso le sumamos que primero suben las últimas filas del avión, no encontramos con que los compartimientos se llenan de adelante hacia atrás, mientras que los aviones se llenan de atrás hacia adelante. Si a eso le sumamos que, como dije antes, los dominicanos salen corriendo por sus cosas nomás parece que el avión se detuvo, podremos inferir que se hace una dinámica interesante cuando los pasajeros del frente quiere ir hacia atrás por sus carry-ons, mientras que los de atrás quieren hacer precisamente lo contrario.

El caso más patético de este comportamiento lo vi cuando una señora estaba como loca buscando su pasaporte.

Que había dejado en una bolsa de plástico.

En la bolsa del asiento.

En otro asiento que no era el suyo.

Es evidente que no voy a agotar el tema con un solo post, por lo que dejaré esto para una subsequente entrada en este blog.