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viernes, 9 de julio de 2010

La gallina de los palés de oro

Ahora que Octopus Paul tiene a todo el mundo maravillándose de los poderes psíquicos del reino animal, yo no puedo evitar el bostezo, y decir been there, done that. Y, es que por muy maravillosa que sea la historia del pulpo que predice el futbol – palidece ante la de la gallina que predice la lotería. Y acabó en los tribunales.

Resulta que en Santo Domingo hay unos negocios llamados bancas -no se cuan legales sean, pues al fin y al cabo el juego de azar está permitido en el país- donde se juega una variedad exótica del Melate (Powerball, para los que nunca pasaron por México pero si por California, y para los demás, sorry, tuff break) llamada palé que se define con los números de la lotería. ¿Cuál lotería? Bueno, pues la que se deje. Puede ser la dominicana, la de Caracas, la de Madrid… o hacer los propios sorteos en la banca. Hay incluso una versión electrónica, de la que también tengo algo que contar... en otro momento.

Rhino me cuenta que cuando empezaron las videocaseteras, a muchos banqueros les dio por grabar los sorteos de la lotería de Caracas, que al parecer es la más socorrida por –escuchen esto- honesta, y después poner los sorteos grabados. Claro que como sabían que números iban a ganar, pues nunca aceptaban esas combinaciones.

Y eso nos lleva al extraño fenómeno del palé orejeado. ¿Cómo es eso? Fácil: alguien se entera de los números que van a salir en el Palé, ya sea por conocimiento previo del videocasete que van a exhibir, por estar coludidos con la lotería, o, por conocer los números mediante la intervención de un oráculo, como sucedió en el 2003.

Por ese tiempo, estuve trabajando en los tribunales de ciudad nueva, asesorando a un socio de negocios de Microsoft, en la migración de su sistema de asp y vb clásico, a .NET

Ahí en esos tribunales tuve un encuentro cercano del tercer tipo con la justicia dominicana, con sus peculiares atuendos
y sus aún más peculiares tradiciones, como usar el birrete de la suerte, o ponerse la toga al revés… en fin.
Bueno, no es cierto. Ya había tendio un encuentro con la justicia dominicana, cuando tramité mi residencia temporal, y los bizantinos tramites que había que cumplir. Cuando le pregunté a Flaviá por que sus leyes eran tan complicadas, su respuesta fue inesperada: es que están basadas en las leyes francesas. Puede ser. No conozco el derecho napoleónico.

Pero les platicaba que, por esas fechas, un banquero se negó a pagar un palé porque estaba orejiado. Y, lo llevaron a los tribunales por fraude. El argumento del banquero era: “no puede ser posible que haya apostado tanto al primer lugar si saber de antemano que números iban a salir. Este tenía una oreja.”

Digamos que muestra una falta seriedad absoluta por parte de la industria, y que sabiendo que no es la primera vez que sucede, me pregunto ¿cómo es que se los dominicanos siguen apostando palés en las bancas?… pero, eso es como preguntarse, ¿por qué es que el cielo azul, o las cosas caen al piso? Es como una ley de la naturaleza.

Y la respuesta del demandante era igual de… dominicana. “la gallina me dio los números”. Así es: una gallina predijo los números del palé. Y su dueño, muy obedientemente, apostó una lana a las predicciones de la gallina. Y antes de que se rían, piensen que en Alemania interrumpieron la programación habitual para ver al pulpo Paul predecir el resultado de la final del mundial.

El juez, genuinamente intrigado por el caso, hizo lo que todo otorgador de justicia equilibrado e imparcial del mundo hubiera hecho: mandó a dos alguaciles para que trajeran a la gallina, custodiada para evitar que le dieran gato por liebre, y la entrevistó para oír su versión de los hechos.
Bueno, esto último no. Lo de la entrevistada, porque lo de los alguaciles si sucedió.

Una vez que tenía a la gallina en su presencia, el juez pidió una predicción de los palés… imagino que para hacerse una idea sin prejuicios de la efectividad de las dotes de la gallina. Imagino que las anotó para mandar a la secre a comprar unos palés, únicamente con fines ilustrativos, claro está.
Y sospecho que fue en este lance que trascendieron los números de la gallina.
Se armó el juidero.
Todos los empleados de tribunales querían comprar ese palé. Y las bancas aledañas a ciudad nueva se negaron a vender esas boletas.

Huelga decir cuales fueron los resultados.

Lo que no supe fue si en algún momento le regresaron la gallina al dueño original.

O mejor aún, si le pagaron.

Aunque, creo que sus argumentos perdieron mucha credibilidad con el juez.


Ya los escucho… “a ver… me estas diciendo que dos alguaciles armados, con uniforme, fueron por una gallina, para presentarla en el tribunal como testigo de calidad en un juicio comercial”

A lo que les contestaré “no creo que como testigo, más bien como evidencia, pero sí, la sacaron de su gallinero y la presentaron en el tribunal”

“Güey, y lo dices así nomás, sin cagarte de la risa…”

A lo que solo les puedo contestar

“¿Qué te hace pensar que no estoy cagado de la risa?

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