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domingo, 20 de octubre de 2013

Estampas dominicanas: Jochy Santos.

Una de las tesis centrales de este blog es que los dominicanos no toman nada en serio. Y creo que la evidencia irrefutable es Jochy Santos.


Cuando llegué a Santo Domingo, Jochy estaba iniciando un programa de radio en la estación 106.5, después de una diferencia de opinión con algún otro locutor, que tenía la marca del programa Botando el golpe. Y siguiendo la tradición dominicana, pues Jochy Santos le puso a su programa El mismo golpe.

Debo reconocer el talento del Sr. Santos, que supo rodearse de un conciliábulo de personalidades. Todos ellos reflejando una faceta de la psique dominicana. El que más recuerdo era Federico, un tiguere de campo, que como buen dominicano, no puede decir No sé.

Recuerdo que durante el mundial de Corea/Japón, le preguntaron a Federico si el conocía a Pelé, a lo que contestó, muy seguro de si mismo, y sin dudarlo un segundo, que sí conocía a Pelé; y no sólo eso, también eran panas. Cuando Jochy muerto de la risa, le pregunta de donde conocía a Pelé, Federico le explicó que en su campo había muchos Pelé, lo mismo varón que hembra.

Pero no es el único. Otro pana, Correa, cuenta las historias del diario acontecer del dominicano de la calle. Junto con él, Jochy oganiza sesiones de sociología aplicada, los análisis, en los que plantean un tema, por ejemplo el mal hablao, y luego abren los microfonos para que todo el mundaso participe.

Y participa. Llenan el programa entero con llamadas. Bueno. Hay quien los llama de larga distancia para participar.

Otro personaje singular es la Doctora Yadira Morel y sus miércoles de migración. Todos los mexicanos tenemos un primo en los Estados Unidos. Pero, todos los dominicanos tienen un hermano en los Estados Unidos... ya hablaremos más de esto en otra ocasión. Es por eso que la doctora Morel recibe llamadas para aclar preguntas de procedimiento legal, que después se enredan en algún lio sentimental.

En una ocasión, que estaban tratando el tema de los apodos, tomé el celular y llamé. Y, algo que me sorprendió: mi llamada entró y salió al aire. Y cuando compartí el mejor apodo que he oido -y no era un apodo eminentemente azteca como el chicarcas o el mayate- descubrí que no estaba quintado con el mismo troquel que Jochy.

De esta anécdota les comparto dos lecciones aprendidas en la vida criolla. 
  1. Si tienen un pana que trabaja en el servicip médico forense, búsquenle un apodo que no sea el carnes frías.
  2. En la República Dominicana, si cogen el teléfono cuando llamas a la radio.

sábado, 19 de octubre de 2013

Estampas dominicanas: El Chilote Llenas

Cuando Microsoft se cambió a la Gustavo Mejía Ricart, entró a trabajar una becaria que era familia -expresión muy dominicana, por cierto- de un pelotero de cierto renombre: Winston Llenas.
 
 
Winston Llenas pasó un tiempo jugando en los charros de Jalisco. Y como es costumbre en las ligas profesionales de cualquier país, pronto le pusieron un apodo.
 
Y aquí les pido una disculpa a mis lectores que no son oriundos del distrito federal, pues pudiera ser que el resto de esta disquisición les parezca arcana.
 
Pues es que al señor Llenas le pusieron el Chilote. Si. El Chilote Llenas. Nada más por no dejarles duda, ahí les va la entrada del Chilote en wikipedia.
 
Es evidente que cuando escuché la siguiente pregunta
-¿Eres familia del Chilote?
Yo lo único que pude pensar fue
Provecho. Y me ganaba la risa.
Tico, el pana más observador, no se aguantó y me preguntó
-¿De que tú te ríes?
-Del Chilote Llenas
-........
-Chilote. Llenas. Chilote Llenas.- mientras hacía movimientos con las manos, ejemplificando el llenado de un objeto cilíndrico
-Ven acá ¿qué es un chilote? ¿Qué no es un pique grande?
Aquí fue que me di cuenta que estaba predicando en el desierto.
-Un chilote, sí, es un chile grandote. Pero, también es una referencia poco elegante al miembro viril. Y luego Llenas...
-Y...
-Es como si le dijeran El güevote Llenas.
-Ven acá... ¿y no le dirían chilote por el pique?
-Tico... es como si le dijeran güevote a un tiguere por los huevos de gallina. Tu dime.
 

sábado, 12 de octubre de 2013

Las Brujas.

Hay ocasiones en que la historia nos alcanza; momentos en los que los hechos nos toman del cuello del poloshirt y nos gritan a la cara "deja de hacerte pendejo y ve a escribir en tu blog".
Este es uno de esos casos.

Como les he contado, gentiles lectores, Santo Domingo es un país donde los brujos y brujas no se andan con pendejadas. También es un país donde corre mucho el romo. Esta combinación, no deja nada bueno. Como ejemplifica este documento.

Anden, véanlo. Yo aquí los espero.


No se que me agrada más... la autoridad con que un tiguere dice que fue porque la novata, que le estaban enseñando a volar las otras dos, no dobló a tiempo, o el sesudo análisis del otro que nos aclara que si no caen en la matica de cocos se mueren... bruja o no, usa tu casco y cinturón de seguridad. No hay que me agarro del guía y no me pasa nada.

Tampoco me parecen muy duchas en el arte de la brujería, porque
1) hubo que llevarlas al hospital.
2) hubo que vestirlas para que se fueran a trabajar.

Este último punto me llama un poco la atención. Pues me parece que las brujas tienen aterrorizada a la población. Pero, las llevan al hospital y las visten.

Pero... ¿ustedes creen que esto se iba a quedar así, en un video nomás? No. Claro que no; vean este otro documento.



Está claro que la doña se quilló - y quien no se quillaría si le dicen bruja y viene la televisión a preguntar si eres bruja. Ante lo cual, yo me pregunto. ¿esto barbarazos no saben que a las brujas no se les molesta? En cualquier momento se convierten en dragón y te dan una manzana envenenada o algo peor.

Un año de estos, voy a invitarle un par de frescosas al secretario del ministerio público de Moca, ese debe ser un bacano con unos cuentos dignos de escribirse.

El motoconcho

Una de las cosas de las que más me sorprendieron la primera vez que Martha y yo fuimos a conocer a la República Dominicana fue la cantidad de motocicletas que se ven en la calle. Y les estoy hablando de La Romana. Ya cuando llegamos a Santo Domingo nos dimos cuenta realmente del tamaño del, no sé si llamarlo problema, o más bien estado de las cosas. También recuerdo que las motocicletas me acompañaron de una forma u otra durante cinco años.


Recuerdo que ese gran filósofo, trágico como suelen ser los grandes pensadores que jamás van a ser profetas en su tierra, Pablo McKinney tenía mucho que decir del particular. Y sigue diciendo.

Para los que no conocen la Santo Domingo (el país entero, no la ciudad), déjenme platicarles del fenómeno del motoconcho. Se dice que los carros públicos (versión dominicana de los peseros originales de la ciudad de México) se les gritaba “concho”, que es la versión, digamos que se usa en conversación educada, de otra altisonante que empieza con c y acaba con oño. Y, por esas vueltas que da el lenguaje, a la actividad de dar servicio de taxi con ruta fija (que así es como se llamaban en burocratesco mexicano a los peseros) se le conoció en Santo Domingo como conchar – o conchear, he oído ambas acepciones. En algún momento de la historia reciente del país, algún dominicano emprendedor tomo su motocicleta, sea un motor con toda propiedad, o una passola (algo que en México llamaríamos motoneta y en EE.UU. llamarían scooter) y se puso a conchar. El resto, es folklore.

Para que mis lectores mexicanos puedan asimilar la experiencia del motoconcho les voy a pedir que se imaginen todas las indignidades que les han perpetrado los peseros. Ya sea como pasajero o como automovilista. A ver… meter como 500 pasajeros en una jaula diseñada para 20… aplicar tarifas y precios completamente divorciados de las autorizadas por la autoridad… y no tener cambio… venir manejando tranquilamente en su carril cuando de pronto les sale un pesero de un callejón aplicando la filosofía de ábranla que lleva bala… conocer múltiples y muy variadas acepciones del verbo chingar, con sus correctas conjugaciones y, lo más importante, los momentos precisos para aplicarlas… bueno, júntenlas un momento. Ahora, imaginen a un repartidor de pizza… manejando su veloz motocicleta como si se tratara de un T36… sin casco… ignorando los señalamientos… metiéndose en contrasentido… estacionándose donde quiere… arrancando donde quiere… bueno, todo esto lo también hacen los peseros. Bueno. Ahora, gentiles lectores, tomen esas imágenes, dantescas por decir lo menos, y únanlas. Queda algo propio de una borrachera de ajenjo –para curarse una cruda de láudano- de Hieronymous Bosch. Y quedaría pendiente agregar el trópico caliente, como decía la Betty.

Bueno. Pues así es como se mueven los dominicanos. Y, lo que es peor, las dominicanas. O las familias dominicanas.

Afuera de los supermercados, hay bases de motoconchos. Hay una especialmente numerosa afuera de La Sirena de la Churchil. Afuera de los colmados y colmadones siempre hay motoconchos. Las voladoras dan el servicio de larga distancia, y los motoconchos el de la última milla. Esto no lo vi, pero estoy seguro que afuera de las estaciones del metro se juntan los motoconchos. 

Y por mas esfuerzos que hagan las autoridades, esta es una realidad que ya los superó.

Digo... cuando el motoconcho da servicio de carroza fúnebre, ya está màs allá de cualquoer intento de meter orden.