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viernes, 6 de noviembre de 2009

Estampas dominicanas: ¿cómo tú te llamas?

Intentar hacer una diagnosis de la psique dominicana es un trabajo que va más allá de un blog post. Más bien, es un trabajo que requiere cuidado, y que debe abordarse más como una disección, revelando poco a poco las distintas facetas, como quien pela una cebolla.

Una de las cosas más características de la mente dominicana es un deseo desmedido de superar al vecino. Y se demuestra de las maneras más variopintas (alguien tiene que recordarme de escribir la anécdota de los burros cibaeños). Pero creo que ninguna es tan auténticamente dominicana como los nombres.
Y es que, bueno, hay cada cosa.

Es muy común encontrar dominicanos con nombre de figuras históricas. Como Jeferson (con una f, o empezando con y), Washington, Franklin. Lenin, Stalin, Engels. O Adolfo Hitler. Que tiene un gemelo que responde al nombre de Benito Mussolini. Si, son los gemelos Fatule Chain.

También tenemos nombres geográficos, como Brooklin, Lipzig, Polonia, o Yudelka (y si no conocen Giudecca, no han visto la iglesia del Santísimo Redentor)

O nombres faranduleros.
Como Riken (adaptado de Carl Ripken Jr.). James Bond. O Kal-El (este es el hijo de un pana de mi amigo Rhino).

Nombres patrióticos.
Como Patria Mirabal, una de las mártires de la dictadura de Trujillo. Que tenía un hijo llamado Ramfis, así como uno de los personajes de la ópera Aída.

Nombres muy relacionados con el trabajo, como Don Sumergido (Q.E.P.D.), que trabajó en la C.A.A.S.D. (Comisión de Aguas y Alcantarillados de Santo Domingo).

O nombres ambidiestros, como Odális. Que lo mismo sirve para nombrar a un hombre que a una mujer. En una ocasión me tocó escuchar lo siguiente en la oficina de un cliente:
-Aló (así contestan el teléfono), si, a Codetel…… ¿con Odális hembra o varón?

Nombres corteses, como Leidi, Mileidi, Miladis o Yuleidi.

O nombres que de plano no me explico de donde salieron, como Güebin (güevo, en dominicano, es una palabra que definitivamente no se usa en conversación refinada, y se refiere al falo. O Popolón (y de nuevo, popola es una palabra que tampoco se usa en un salón de té, para referirse al monte de Venus).
De verdad, no me imagino el salón de clase, cuando el profesor empieza a pasar lista, y llega a Popolón. O en el cumpleaños de Güebin cuando le están cantando las mañanitas.

Nombres objeto… como Airline – leído fonéticamente en español. O Adenoides. O Radar Atómico. Nisan. Wendy Katiushka. Yersi Sueter.

Este post continuará.

Pega Palo.

¿Qué es el Pega Palo?

Hay en la fauna dominicana un pajarito que se conoce así. También hay un merengazo con ese nombre.

Pero, recientemente, salió a la venta un producto con ese mismo nombre.

Me gustaría que mis lectores adivinen para que sirve, viendo este anuncio:

De esta imagen, podemos concluir que Pega Palo es

  1. Una marca de ropa interior. Pero... no. Demasiado procaz.


  2. Una marca de preservativos. Pero.., Quidom suena como a compañía química. No suena como una compañía que haga preservativos, pero podría ser.


  3. Una marca de pegamento epóxico... Quidom... pero... algo dice arriba de Tadalfil.

El tadalfil se comercializa en el mundo como Cialis - que sirve para tratar la disfunción erectil.

Y me dicen que hay uno que se llama Vergadur.
Y otro que se llama Elevex. Y Erec-F.

Aqui podemos observar la, como llamarla, ¿discreta? ¿sutil? ¿sencilla? publicidad del producto Erec-F.



Pero, el que se lleva las palmas es "La Pela".

sábado, 24 de octubre de 2009

La noticia de un asalto al banco.

Una de las cosas que más me gustó de vivir en Santo Domingo es lo seguro que es el país. Así como para dejar el coche abierto mientras te bebes una cerveza en el colmado. Y me cuentan que en tiempos de la dictadura de Trujillo, se podía dejar la casa abierta mientras estabas de viaje.

Para muestra, un botón. No hubo un solo asalto a banco en los cinco años que viví ahí. Y ojo, me tocó la peor crisis financiera de la historia. Los asaltos a banco son tan, pero tan poco comunes, que todos mis amigos se acuerdan del último asalto a un banco. En 1993.

Según recuerdo, un día, un prominente cirujano que debía mucho dinero, se metió a un Banco del Progreso, a querer robarlo. Me imagino que, después de ver Duro de Matar en la televisión, se le ocurrió que esa era la solución a sus problemas. Pero como su esposa era la gerente del banco, pos no podía entrar así nomás, blandiendo una pistola y gritando "El dinero o la vida". No. El buen doctor optó por ponerse una máscara de carnaval, para que mis lectores mexicanos se la imaginen, era algo así como una mascara de luchador. Como las deudas eran muchas, el doctor optó por asaltar el banco el solo, para no repartir el botín.
Me imagino que estacionó el auto en alguna esquina cercana, porque el banco está sobre la avenida Independencia, en Gazcue. Y no se puede estacionar en la Independencia. Para los que no conocen Santo Domingo, Gazcue es un barrio en la parte vieja de la ciudad, con el estilo que en Colombia llaman republicano, y aquí en México describiriamos como colonia Roma, pero sin planeación. A lo mejor lo dejó en los parqueos del propio banco. Lo que si es cierto es que no me imagino como iba a salir, porque Gazcue no se me hace para una persecuión de autos tipo Bullit o Starsky y Hutch.

La parte que más me gusta de escribir un blog es que me imagino al lector, y lo pongo a decir lo que quiero para resaltar algún punto. Así, me tomo la libertad de hacer que mi gentil lector diga:
-A ver güey, ¿me estas diciendo que un doctor famoso se puso una máscara del Santo y se fue a asaltar el banco donde trabajaba su esposa? ¿Y entró a pie?
-Bueno, -diré yo- no era una máscara del Santo, era de payaso de carnaval vegano, pero si, esa es la idea.
-Y, con un plan tan pero tan pendejo, ¿cuanto se llevó?

Si, el plan no estaba muy meditado. Y se le complicó un poco. No se bien a bien como, pero a antes de que saliera el asaltante, llegó la policía, y el criminal se quedó atrapado dentro del banco. Y se le ocurrió que su mejor opción era tomar a los empleados y cuenta-habientes como rehenes. Y entonces llamaron al equipo de armas y tácticas especiales (SWAT) de la policía.

Los dominicanos son muy afectos a meterse donde no los llaman. Y más si es un espectáculo impresionante, como el de los policías de élite sitiando un banco. Y, pues más de uno -y yo creo que todos los que se enteraron- salió corriendo a ver el asalto y los rehenes del Banco del Progreso. Más de uno llevaba su pistola, para lo que se ofreciere. Y llegó también el síndico (alcalde o jefe de gobierno) de Santo Domingo, que en un afán nada protagónico se ofreció como rehén para negociar con el asaltante. Y la televisión. Por lo menos 4 canales distintos mandaron sus reporteros a cubrir la fuente de primera mano. Y ahí estaban los valientes reporteros, esperando a ver en que momento le caían a tiros al asaltante.
Y también el cardenal. Mierda, creo que el único que faltó fue Joaquín Balaguer, al que seguro nadie tuvo los timbales para despertarlo.

Según me acuerdo, se acercó uno de los reporteros que cubría la fuente a negociar con el doctor, que salió con una de las cajeras de escudo. A un policía se le salió un tiro. Y el doctor también disparó, matando a la cajera, y metiéndose al banco en bola e humo, o en chinga, como prefieran. Y la policía, y más de uno de los espectadores, cocieron a tiros la sucursal, matando al doctor y a otro rehén.

El secuestro duró 12 horas. Me cuentan, y de verdad que no lo dudo, que cuando los espectadores vieron que la cosa se alargaba y no había ni tiros, ni sangre, ni ná, fueron a un colmado cercano a sacar unas mesas y sillas para ponerse a jugar dominó. Y que más de uno andaba con la pistola enfundada en la cintura, entre el pantalón y los calzones, apuntando a… lo más querido. Cualquiera que haya usado una pistola se imagina los problemas tácticos que presenta tener que sacar una pistola cargada para defenderse… y que está apuntando a los propios cojones.

El que tenga curiosidad, puede encontrar los videos de un documental sobre el asalto en YouTube.

jueves, 22 de octubre de 2009

D' La Mona Plaza

El canal de la mona está entre la Española y Puerto Rico. Podemos decir que es la unión entre el Atlántico y el mar de las Antillas. Como está entre dos islas grandes y bancos de arena, y las fosas más profundas de las Antillas -la fosa de Puerto Rico con una profundidad de más de 9 kilómetros y la de las Antillas con una profundidad de 6 kilómetros- se forman corrientes muy fuertes con la mareas, lo cual lo vuelve uno de los pasos más difíciles del mar de las Antillas. Yo que crucé ese canal innumeras veces en los ATR de American Eagle puedo asegurar que se puede ver la corriente desde el aire a los 20,000 pies. Las aguas cálidas son hogar de muchas especies marinas, entre las que están los tiburones y los calamares de Humboldt.

Y los migrantes ilegales de Santo Domingo atraviesan ese canal en una lancha de pescador, no muy distinta a la fatídica yola de la vaguadita.

Bueno. Que todo esto sirva de contexto para la siguiente anécdota. El día 2 de diciembre, en los anuncios clasificados del periódico Diario Libre salió un anuncio para comprar locales comerciales en un centro comercial en una isla artificial que se iba a construir en el canal de la Mona. D`La Mona Plaza. El anuncio, como todos los anuncios clasificados del mundo no tendría más de centímetro y medio de alto, por cuatro de largo, y solo hacía referencia a un sitio Web y un teléfono para más información. En el teléfono había una grabación con generalidades.

Eso fue suficiente para que ese mismo día, el mismo Diario Libre publicara una noticia en primera plana, con la escasa información de la plaza comercial en el medio del canal de la Mona, y un poco de especulación.
Y para que las noticias de la televisión y radio comentaran la nota. Y después los programas de opinión consideraran si era un logro de la tecnología dominicana, un engaño, o un proyecto ultrasecreto.

Uhm.
Una isla artificial, en un canal con la corriente más traicionera de las Antillas.
En aguas profundas.
Infestadas de tiburones.
Y capaz que albergando algún Architeutis dux.
En la ruta de los huracanes.
En el 2004.

Permítanme ponerlo en perspectiva
En el 2009, México no cuenta con la tecnología necesaria para buscar petróleo en el Golfo de México, donde el tirante de agua está en cotas de 4 a 5,000 metros, y la corriente es un cachú, como dirían en Santo Domingo. Y donde no pega ni la tercera parte de los huracanes que pasan por el canal de la Mona.

Diablos, ¿creen que somos tan pendejos como para tragarnos ese cuento?

Esto me demuestra que cualquiera puede pasar por periodista en Santo Domingo. Esto y Pablo Ross.
Porque me imagino la escena. Llega Johnny a platicar con Belkis, la encargada de los clasificados:


-Dímelo Belkis. ¿En qué tú tá?
-No, en ná. Pero, ¿tú ya viste esta vaina de la plaza de la Mona?
-¿Qué plaza?
-Pue mira... uno tiguere quieren hacer una plaza para las yolas en el canal de la Mona.
-¡Andaerdiablo! Tu tá relajaaaaaaando.
Y el resto, es historia.

Veamos este video, que no tiene ningún desperdicio.



La parte que más me gusta es la de la conductora preguntándose por qué todo en la República Dominicana tiene que empezar con d y apóstrofe.

Dos días después de publicado el clasificado, apareció un anuncio aclarando que todo era una especie de performance, para participar en la trianual litográfica de San Juan en el 2004, por parte del Colectivo Shampoo.
Y es que, ya dije más arriba, los yoleros desafían al canal para hacer los cruces ilegales a Puerto Rico. Y como los dominicanos tienen la costumbre de pararse en cualquier lugar en el camino, ya sea a comprar pilones, plátanos, aguacates, o a comer, pues se les hizo como que estaba chulo hacer una denuncia. No se si de los viajes ilegales en yola, o del consumismo dominicano.

Hay ocasiones en las que ni yo mismo me las creo.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Estampas dominicanas: Hipólito Mejía Domínguez.

Hipólito Mejía. ¿Por dónde empezar?

Hipólito Mejía fue el presidente constitucional de la República Dominicana cuatro de los cinco años que viví ahí. Tomó el poder con el país menos endeudado de Latinoamérica, y con un crecimiento del PBI nada despreciable. Y al cabo de cuatro años, lo dejó en la más grave crisis de la que se tiene noción en la historia dominicana.

Pero yo no vine a hablar de política. Yo vine a narrar las anécdotas del único presidente electo democráticamente al que se refieren como Su Excelencia (y sí, se escuchaba como los lambones lo decían con mayúsculas).

Un indicio de que Hipólito Mejía no era un presidente, digamos, ortodoxo, fue que, durante su discurso de toma de posesión, se le traspapelaron las hojas. Y se dió cuenta después de que había leido la hoja equivocada.

La primera anécdota de Hipólito Mejía me la contaron el buen Arturo Pérez, y Ginette Marte como testigo de descargo. Aunque, Arturo es una persona honorable que no dice mentiras*. Resulta que para cerrar el acuerdo empresarial con el gobierno dominicano, hace falta que el gobierno, pues, pague lo que dice el acuerdo. Después de muchas maromas, que incluyen ser recibidos por un secretario de estado en un baño del palacio de gobierno, consiguen que los reciba el presidente, Su Excelencia Hipólito Mejía.

Y ¡cómo los recibió! Con los pies sobre el escritorio, revisando una factura de la luz. Después de que los ejecutivos de Microsoft le exponen a lo que vienen, la respuesta es: “pero muchacho, ¿Qué tu crees que yo tengo los cuartos? Miiiiira lo que me quieren cobrar de la luz ¿tu crees que es justo?” Por alguna razón, la palabra colmado figuró mucho en la conversación de ese día. Al final del día, Arturo y compañía consiguieron la promesa de que les iban a pagar. El pago nada más se demoró un poco más de un año.

En otra ocasión, me cuentan que llegó a la convención de ginecólogos de la República Dominicana, y a guisa de saludo grita: ¿qué cuentan esos mis mira-popolas? Para los que siguen esto fuera de Santo Domingo, popola es una palabra que no se usa en conversación educada, para referirse al monte de Venus.

Durante la visita se Su Alteza Juan Carlos de España a Santo Domingo, el Ingeniero Mejía, en el momento de presentar a su staff, presenta a su doctor como “su ginecólogo”, porque “es el que le mete el dedo”. Después de eso, le preguntó a Su Alteza ¿Ven acá, qué hace un Rey? Cuando Su Alteza le respondió, Hipólito muy sincero, o muy descarado, le contestó “pero, yo puedo ser Rey”. En esa misma ocasión, pusieron un merengue del agrado del presidente Mejía. Y así, sin más, sacó a bailar a la Reina. Y cuando se terminó la pieza… pos la dejó botada.

En una convención de ganaderos en el este, se puso a aventar comprimidos de viagra como si fuera bolo de bautizo. Y después exhorto a los participantes a que vieran que si era “azul, así que si es la buena”.

En otra ocasión, a propósito de la crisis, un simpatizante de su partido le dijo “Presidente, la calle está dura” reclamándole lo difícil que estaba ganar dinero en ese momento. Y, ¿qué le contestó el presidente? Fácil: “pues súbete a la acera (banqueta)”

*Ya se que sueno como disco rayado, pero todo lo que aquí escribo sucedió así, sin embellecerlo.

martes, 20 de octubre de 2009

La noticia de un secuestro.

Esta anécdota es tan, pero tan inverosímil que cuando la leí no pude creerla. De no haber sido porque mis panas atestiguaron la existencia del secuestrado, el señor García, seguiría pensando que les tomaron el pelo a los del periodico, así como pasó con la plaza comercial en el canal de la mona, pero eso es otra historia.

La cuestión es que estaba yo tranquilamente agregando valor a los clientes de la compañía por medio de la identificación de los indicadores clave del proceso en una estrategia llave-en-mano (cosultantspeak para me estaba rascando los ... ojos) en la oficina, ya casi para terminar el día, cuando llega el Bedoya con un ejemplar del periódico del día - está claro que ese güey estaba agregándole aún más valor a sus clientes que yo, pero esos son otros veinte pesos, como dicen en Puerto Rico.

Resulta que un día estaba el señor García en la Avenida Winston Churchil, montado en su yipeta (camioneta), cuando ve a un pana (cuate) suyo que le pide una bola (aventón). El señor García accede, pues iba todo derecho. A la altura del BHD, casi en la esquina de la 27 de Febrero, el tiguere (güey) ese se apea (baja), argumentando que iba a la 27. Al señor García le pareció curioso que se bajara lentamente, como buscando o esperando algo, pero, pues cada quien lo suyo.

Insisto, lo que sigue es la verdad, tal cual como recuerdo, sin agregar ni omitir nada.

Una vez que se baja el amigo, se sube otro fulano en la parte de atrás. Al señor García no se le hizo raro, pues creyó que se había confundido con un carro público.
De verdad.
Se le hizo de lo más normal del mundo que se subieran en su coche, pues a todo el mundo le pasa que los dominicanos abren la puerta del primer coche que tienen al lado, y se suben, porque así funcionan los carros públicos. Y todos los dominicanos andan sin seguro en la puerta. Y… bueno, la idea es esa.

Cuál sería su sorpresa cuando le pusieron una pistola en la cabeza y lo instruyeron a que se metiera al estacionamiento de Plaza Lama (aunque podría ser el de La Sirena, no estoy seguro, los dos están en la zona). En el estacionamiento, los estaban esperando unos cómplices, que le pusieron un costal en la cabeza y lo metieron en la cajuela.

Cualquiera que haya visto lo poco propenso a meterse en lo que no les importa a los dominicanos encuentra algo increíble que nadie haya considerado sospechoso que saquen a un hombre de un auto, con un costal en la cabeza, y lo metan en la cajuela. Pero, así lo relataba el periódico.

Mientras esto sucedía, el amigo, si, ese mismo que había pedido el aventón, estaba llamando a casa del señor García, para pedir un rescate de muchos millones de pesos (o ¿eran dólares?). Lo que nunca se imaginó fue que le reconocieran la voz cuando llamó para pedir el rescate.
Es que, de verdad, ¿a qué secuestrador se le ocurre hacer eso? ¿Se imaginan?
-Aló…
-¿A dónde hablo?
-Pero Fulano, ¿comotutá? ¿Qué loquehe loco?
-No habla fulano. Tenemos secuestrado a XXX, y tienen que entregar tantos millones de pesos
-Pero… ¿tuereloco? Ya déjate ese can. ¿Qué chelcha es esa de un secuestro? Tu tá relajaaaaaaaaando…
(Esto último fue editorializado)

De alguna manera, el sujeto este logró convencerlos de que dejaran el dinero en una funda (bolsa) de basura debajo de un puente seco (así le dicen en Santo Domingo a los puentes que no tienen un río debajo) de la Kennedy.

Mientras la familia buscaba los cuaitos, en la guarida de los secuestradores, sacan al señor García de la cajuela, y lo meten a la casa de seguridad. Donde lo primero que hacen es quitarle el talego que tenía en la cabeza.
Sin tomar la precaución de ponerse un pasamontañas primero.
O una máscara de Joaquin Balaguer.
O ponerlo viendo a la pared.
O, ya de perdida, taparse la cara ellos primero.
Carajo… hasta en las películas de Mel Gibson los secuestradores se cubren la cara. Lo primero que hace un secuestrador es que la víctima no los debe identificar. Mierda, saber que le vi la cara a mi secuestrador es sinónimo de que me van a matar.

La cuestión es que de alguna manera, la familia consigue el dinero. Y, actuando en conjunto con la policía, hacen lo que les había dicho el secuestrador, que cuando siente que le van a pagar, le ordena a sus secuaces que maten al rehén. Lo que nunca esperó la mente maestra, fue que sus operarios “no tuvieran corazón para matarlo”. Juro por mi Madre que eso mismo decía el periódico.

Porque resulta que, cuando el autor intelectual da la orden de matar al Sr. García, los que lo estaban custodiando se arredran. Yo me imagino que les ganó el estrés, y en ese momento no se les ocurrió una mejor solución. La cosa es que, como no podían matar a alguien a sangre fría le proponen lo siguiente: ellos lo dejan ir, sí y solo sí él les promete “por lo más sagrado”, que se va a ir directo a su casa, sin pasar por la policía, y no los denuncia.

El señor García acepta. Pero, me imagino que señor estaba cruzando los dedos cuando prometió no denunciar a nadie, pues lo primero que hace es ir a la policía. Los secuestradores no duraron mucho tiempo fuera de la cárcel.

Repito. Esta noticia la leí en los periódicos dominicanos.

La vaguadita (parte II)

Pues ya más tranquilos decidimos irnos a visitar la piscina, una bahía donde se puede pasar a tomar un momento de solaz y esparcimiento en un agua cristalina. El agua estaba tan tranquila y cristalina que se veía el fondo. Y la verdad es que no se podía medir bien a bien la profundidad. Eso sí, se veían unas estrellas de mar en el fondo.


Cuando llegamos, como que nadie se quería aventar a nadar, arguyendo múltiples razones, desde el cansancio (mi esposa) hasta, más honesto, que no sabía nadar y le daba miedo (no voy a decir quien fue, solo diré que me gana en lo porcelanizado). Yo, que no estaba para escuchar, digamos, opiniones, me quité la camiseta y, haciendo mi mejor imitación de Johnny Weismüller, me aventé un clavado que envidiaría el mismo Chanoc.

Solo que no medí bien la profundidad. Y me raspé toda la panza.
Muy molesto, decido pararme en el fondo, para ver que tan honda estaba la piscina. Cuál sería la sorpresa de todos cuando vieron que el agua me llegaba a la cintura. Ahí mismo se olvidaron todos de que estaban cansados o que no querían volver a mojarse, y se aventaron a la piscina.

Ya más tranquilos, todos flotando en la piscina, empieza a llover. No mucho. Ni muy fuerte. Un chin, como dicen en Santo Domingo. Y entre todos decidimos regresar, antes de que se pusiera muy necia la corriente.

Y ya en la lancha, empieza a llover un poco más.
Y más.
Y todavía más.

En una de esas, el capitán me recomienda que guarde la cámara debajo de un tablón, porque se iba a mojar.

Y sigue cayendo más agua.
Y todavía más.
Y aun más… bueno para no hacérselas cansada, el cielo se estaba cayendo. Y no veíamos a más de 10 metros delante de nosotros.
Y no veíamos la costa.

Bueno loco, ¿y eso qué?

Se les ha de estar olvidando que Santo Domingo no es, digamos, una economía de la OCDE. Los pescadores no andan con GPS, brújula radio y teléfono satelital con que llamar a la guardia costera. Es más, creo que no hay guardia costera en Santo Domingo. Y nuestro capitán usaba la costa como referencia de a dónde íbamos. Algo así como tierra a la izquierda, vamos a la Saona. A la derecha, vamos a Bayahibe.

Pero eso no es lo mejor. La cosa se puso buena cuando oigo que se para el motor. Y volteo a ver a nuestro capitán sacando agua de la lancha. Ahí fue que de verdad dije “ya-valió-madre” Si, con todo y los guiones.

Cuando llegamos a Bayahibe, nos había caído tanta agua encima que no fue necesario darnos un regaderazo para limpiarnos la sal.

Y cuando llegué a Santo Domingo, vi que el huracán Erin estaba detrozando Miami. Y que la cola del huracán estaba más o menos sobre Bayahibe.

lunes, 19 de octubre de 2009

La vaguadita.

En el año del señor del 2001, Ya el club de expatriados –Ana Margarita, Jorge, el otro Jorge, a veces Rhino, Martha y yo -estábamos dándole la vuelta a la República Dominicana casi de cada fin de semana. Y en el verano de ese año decidimos ir a visitar la Isla Saona, otro parque nacional.

El que no conoce la Isla Saona, no ha visto una de las playas más hermosas del planeta.

Bueno. Un sábado aciago, salimos de Santo Domingo de Guzmán todos los arriba nombrados, a conocer la Isla Saona. Con anterioridad, Tico nos había recomendado no demorarnos mucho, porque en la tarde se ponía muy fea la corriente y, en sus palabras, había que pasar en un submarino nuclear, y cuidado. Llegamos temprano a Bayahibe, pues mi pana Flavía también me había contado que los buzos arrasaban con tó, y luego no había yola que llevara a nadie.

Pues intrépidamente nos subimos a la yola. Empezamos como a las 8 de la mañana. Y yo nada más oía el motor fuera de borda haciendo ruidos que, a mi oído poco entrenado sonaban mal – así como la motocicleta sumergida de la pantera rosa – blurrrrrrr-put-prrr-put-blur-blur-blur-put. Como a las 8:30, veo como nuestro intrépido capitán detiene el motor, saca una bujía, la chupa y la vuelve a poner en el motor. Y ahí fue que se jodió todo. Había que ser sordo para no saber que el motor estaba jodido.

Y en ese momento, vemos pasar unos enormes botes Bertram, cargados de lo que a todas luces son turistas europeos, perfectamente bien resguardados con chalecos salva-vidas. Y nosotros… cubiertos con unas camisetas de Microsoft.

Pero la cosa se puso, digamos, interesante cuando el yolero se avienta al mar y empieza a nadar a la playa. Y nosotros, viéndolo alejarse. En la lancha.
Al poco rato regresa con una llave y cambia la bujía.

Claro que si yo fuera supersticioso, o fuera un marino de la armada del Zar Nicolás II, en ese momento me bajo y voy corriendo por un sacerdote, un patriarca, o ya jodido, un rabino para que le quite lo azarado al viaje. Pero como soy un ingeniero en computación altamente entrenado, nada más me limito a ver el paisaje.

Ya sin mucho inconveniente, llegamos a la isla Saona. Y pasamos un día muy agradable. Yo, así de observador como siempre he sido, oteo en el horizonte una mancha negra. Pero, cuando digo negra, imagínense el lado oscuro de la fuerza. Una singularidad desnuda. Una onda que Tolkien usaría para describir la guarida de Ella-Laraña , en Cirth Ungol, y que H.P Lovecraft usaría para descibir a Azathoth. Bueno. La idea es esa. En ese momento, le pregunto a nuestro capitán si eso que se ve en horizonte no era peligroso.
A lo que él, viendo en lontananza, con un gesto avezado de lobo de mar, dice, con palabras cargadas de la seguridad que sólo pueden dar los años:

-Eso no e ná, e una vaguadita.

Bueno… la verdad es que creo que a ese güey le iba más en el viaje que a nosotros. Nosotros solo poníamos la vida: el ponía la vida, la yola y el motor fuera de borda, así que decidí dejarlo así.

Continuará ...

La unica y verdadera historia de como recuerdo los cuentos del maremento del 98.

Hace unos años, en un arranque de Charles Ingalls, decidí irme a vivir a la República Dominicana.
Y, bueno, que país. André Bretón dijo lo que dijo de México en el 38 porque no paró en Santo Domingo*. Como me divertí los cinco años que viví en la isla.

Con esta anécdota, inicio un blog en el que pretendo, Dios mediante, compartir algunos de los mejores momentos, y mejores anécdotas, de mi vida dominicana.

Bueno.

Aquí les voy a contar lo que recuerdo del Maremoto del 98.

Un poco de Historia

En 1998, el huracán Georges devastó la República Dominicana. Cuando el huracán estaba tocando tierra en la península de Samaná, a unos 250 kilómetros de Santo Domingo, el encargado de la defensa civil estaba saliendo en televisión diciendo que no había nada que temer, y que el huracán se había desviado. Los dominicanos, poco propensos a la prevención, se lo tomaron muy en serio, y no se pertrecharon contra el huracán que más daño ha hecho en la historia dominicana.

Fue un desastre.

En el parque mirador hay unas bancas de concreto, construidas en la misma banqueta. El huracán las arrancó y se las llevó volando. Algo así como el 4% de la población total del país quedó damnificada, y los daños estimados en algo así como 2.2 mil millones de dólares de 1998, antes de Bush y antes del Euro. Esos son billones gringos, por cierto. En fin. Un autentico desastre.

Al poco tiempo, cuando apenas estaba recuperándose la normalidad -algunos me dicen que recién esa noche volvió la luz y se prendían los aires acondicionados- empieza el rumor del maremoto.
La historia era más o menos así:

3 de la mañana: suena el teléfono.

-Fulano, ¿tu etá ahí? Peeeeeero, ¡tuereloco! ¿No has oído la vaina del maremoto?
-No relaje, ¿qué maremoto?
-Pues el maremoto. Ya arrasó con San Pedro (de Macorís, una ciudad al este de Santo Domingo), y viene con una velocidad de traslación de cuchucientos kilómetros. Miiiiira, ¡esa vaina e fuelte!

En ese momento, una persona calmada pensaría: maremoto. Uhm... ¿a poco se puede predecir el maremoto? Y cuchucientos kilómetros de San Pedro que está a x kilómetros de aquí... mierda, esa madre ya llegó. Pero sigo seco. Ergo... es un cuento. Pero, a Fulano lo acaban de despertar. Y el latinoamericano en general, y el dominicano en particular, no es muy adepto a la calma. O a pensar.


Entonces Fulano corre a la venta a ver qué pasa ... y ve a todo el barrio en la calle, voceando que viene el maremoto. No importa que Fulano viva frente al malecón y pueda ver el mar, singularmente tranquilo, como sucede después de un huracán.


-Cooooooooño pana, miiiiiiira, gracias por avisar... ¿que eloque hay que hacé?
-Mira Loco, hay que cojer pa'rriba, ¡porque esa vaina arrasa con to!
-Si, ahora mismo me cojo mis féferes y voy pa'l mirador.

Y así, en traje de deidad polinesia (http://www.peabody.harvard.edu/node/458) salieron corriendo miles (¿millones?) de dominicanos, a encontrarse con una multitud que no se ve normalmente a las 3 de la mañana en la calle. Ni a las 8. Ni a las 10.

Con lo más preciado a cuestas. Niños de pecho. Abuelitas. Televisiones. O botellas de ron. Y así, en compañía de perros, gatos y cangrejos, se encaramaron al parque Mirador Sur. Una zona protegida en la mitad de la ciudad, y si la memoria no me falla, con una extensión de 10 kilómetros, sobre un farallón a unos 20 metros sobre el nivel del mar, y que por lo tanto tiene una vista privilegiada del mar de las Antillas. Justo el lugar para ver llegar el maremoto. O para ver que no existe el maremoto. Y muchos, nomás por las dudas, se amanecieron en el mirador, huyendo del maremoto.

Y mientras eso sucede, no falta el desaprensivo que, después de tomar una ducha, sale todo mojado gritando "ahí viene el agua, cuidao con el maremoto, que ahí viene el agua". Lo cual causa miedo entre la población.

Pero no tanto como cuando aparece la guardia civil y anuncia "Atención, atención: no hay ningún maremoto. Se avisa a toda la población que regrese a sus casas y siga durmiendo, porque no hay ningún maremoto, ni nada que temer".

La misma institución que había dicho que el huracán Georges no iba a pegar en la República Dominicana.
En ese momento fue que cundió el pánico. Y todos salieron corriendo al mirador, o más arriba aun.

Hay quien dice que recobró la compostura llegando a Santiago de los Caballeros.

Me imagino un monólogo más o menos así:

Ven acá... pero, un maremoto no se puede predecir... y según a la hora que me avisaron, ya había arrasado San Pedro. Si fue así, ¿quién les avisó originalmente? En fin. Hay que prender el radio, a ver qué dice....
----- amance otro día en Santo Domingo, a pesar del juidero del maremoto. Pana, si tú cogiste para Santiago, regresa ya mismo porque te toca ir a trabajar y vas a llegar tarde ---

Esa noche hubo llamadas de larga distancia, de parientes en España llamando para avisar del maremoto.

Después de mucho investigarle al maremoto -osea, después de buscarlo en Google antes de escribir este post- encontré tres posibilidades para el origen del maremoto.
  • Un brujo que lo predijo en San Pedro de Macorís.
  • Un bombero que tenía una pesadilla después de ver películas de tsunamis.
  • Y un borracho.
Y también me cuentan que el del 1998 no fue el primer pánico colectivo por un maremoto en Santo Domingo. En 1946, un terremoto en la costa norte causó un pequeño tsunami que sí arrasó con un pueblo de pescadores. Y la población entera de Santo Domingo, que está en el sur de la isla de la Hispaniola, corrió desaforada a buscar protegerse del maremoto. La abuela de un pana mío, se acuerda de los enfermos del hospital padre Billini corriendo por la calle, en pijama y con el suero a rastras.

Ya para cerrar, agrego las palabras de ese gran filósofo, observador incansable de la dominicanidad, Don Alberto Perdomo: "si a ti no te llamaron esa noche, coño, a ti no te quiere nadie".

*Eso no quiere decir que los mexicanos no seamos surrealistas.