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miércoles, 21 de octubre de 2009

Estampas dominicanas: Hipólito Mejía Domínguez.

Hipólito Mejía. ¿Por dónde empezar?

Hipólito Mejía fue el presidente constitucional de la República Dominicana cuatro de los cinco años que viví ahí. Tomó el poder con el país menos endeudado de Latinoamérica, y con un crecimiento del PBI nada despreciable. Y al cabo de cuatro años, lo dejó en la más grave crisis de la que se tiene noción en la historia dominicana.

Pero yo no vine a hablar de política. Yo vine a narrar las anécdotas del único presidente electo democráticamente al que se refieren como Su Excelencia (y sí, se escuchaba como los lambones lo decían con mayúsculas).

Un indicio de que Hipólito Mejía no era un presidente, digamos, ortodoxo, fue que, durante su discurso de toma de posesión, se le traspapelaron las hojas. Y se dió cuenta después de que había leido la hoja equivocada.

La primera anécdota de Hipólito Mejía me la contaron el buen Arturo Pérez, y Ginette Marte como testigo de descargo. Aunque, Arturo es una persona honorable que no dice mentiras*. Resulta que para cerrar el acuerdo empresarial con el gobierno dominicano, hace falta que el gobierno, pues, pague lo que dice el acuerdo. Después de muchas maromas, que incluyen ser recibidos por un secretario de estado en un baño del palacio de gobierno, consiguen que los reciba el presidente, Su Excelencia Hipólito Mejía.

Y ¡cómo los recibió! Con los pies sobre el escritorio, revisando una factura de la luz. Después de que los ejecutivos de Microsoft le exponen a lo que vienen, la respuesta es: “pero muchacho, ¿Qué tu crees que yo tengo los cuartos? Miiiiira lo que me quieren cobrar de la luz ¿tu crees que es justo?” Por alguna razón, la palabra colmado figuró mucho en la conversación de ese día. Al final del día, Arturo y compañía consiguieron la promesa de que les iban a pagar. El pago nada más se demoró un poco más de un año.

En otra ocasión, me cuentan que llegó a la convención de ginecólogos de la República Dominicana, y a guisa de saludo grita: ¿qué cuentan esos mis mira-popolas? Para los que siguen esto fuera de Santo Domingo, popola es una palabra que no se usa en conversación educada, para referirse al monte de Venus.

Durante la visita se Su Alteza Juan Carlos de España a Santo Domingo, el Ingeniero Mejía, en el momento de presentar a su staff, presenta a su doctor como “su ginecólogo”, porque “es el que le mete el dedo”. Después de eso, le preguntó a Su Alteza ¿Ven acá, qué hace un Rey? Cuando Su Alteza le respondió, Hipólito muy sincero, o muy descarado, le contestó “pero, yo puedo ser Rey”. En esa misma ocasión, pusieron un merengue del agrado del presidente Mejía. Y así, sin más, sacó a bailar a la Reina. Y cuando se terminó la pieza… pos la dejó botada.

En una convención de ganaderos en el este, se puso a aventar comprimidos de viagra como si fuera bolo de bautizo. Y después exhorto a los participantes a que vieran que si era “azul, así que si es la buena”.

En otra ocasión, a propósito de la crisis, un simpatizante de su partido le dijo “Presidente, la calle está dura” reclamándole lo difícil que estaba ganar dinero en ese momento. Y, ¿qué le contestó el presidente? Fácil: “pues súbete a la acera (banqueta)”

*Ya se que sueno como disco rayado, pero todo lo que aquí escribo sucedió así, sin embellecerlo.

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