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miércoles, 18 de agosto de 2010

Las Voladoras

Ahora voy a hablar de las voladoras.

Para que mis lectores mexicanos se imaginen una guagua voladora, piensen en un camión guajolotero. Ahora imagínense al guajolotero, pero en una pesera. En el clima tropical de Acapulco. Atravesando el tráfico infernal de Ciudad Nezahualcóyotl. Con un bachatón de tema musical, compitiendo con el cotillo de todos los pasajeros.

Bueno, ¿ya se lo imaginaron? Ahora háganlo aun peor. La suspensión está al borde del colapso por todos los triques que le aventaron encima a la camioneta: costales, muebles de plástico, pencas de plátano, y algún chivo liniero, demasiado salvaje para traerlo dentro del camión. Aunado al brutal tumba-burros que los previsores dueños de la voladora le pusieron al vehículo, para que en caso de un accidente, se destroce el otro automóvil, y con un poco de suerte, también se mueran los tripulantes, para evitar los incómodos trámites de un juicio de responsabilidad civil.

Las voladoras operan más o menos de la misma manera que los peseros mexicanos. Cubren una ruta fija, cobran una cantidad modesta -que siempre es mucho más de lo que en realidad vale el servicio que prestan- y entre terminal y terminal infringen todos los artículos del reglamento de tránsito por lo menos una vez.

Al igual que los peseros mexicanos, un intrépido equipo de profesionales tripula las voladoras. En primer lugar está el chofer. Imagino a los choferes como los vaqueros de las películas de Howard Hawks, sujetos forjados a sangre y fuego, que imponen sus fueros con hierro, y no van a permitir que pequeñeces, como el Río Bravo, o un semáforo, se interpongan entre ellos y su justa recompensa. Y, su complemento es el pitcher de guagua. El pitcher es el primer oficial: se encarga de acomodar a los pasajeros -usando fórmulas como Péguense como anoche- de asegurarse que los pasajeros no abandonen la voladora cuando se está moviendo rápido, y que cuando se salen, estos no respiren antes de abandonar el lugar de los hechos, y lo más importante, de cobrar. Una técnica especial de los dueños de voladoras es enemistar al chofer y al pitcher para evitar que se asocien y transen al dueño… que siempre les paga lo justo.

Ahí les dejo un video de un pitcher de guagua.


Las voladoras están amafiadas en un sindicato, FENATRANO, que está liderado por Osama Bin Laden.


Bueno, no. Por Juan Hubieres, un emprendedor hombre de negocios que sigue los pasos de distinguidos próceres de la humanidad como Jimmy Hoffa, Napoleón Gómez Urrutia o Leonardo Rodríguez Alcaine.

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